Teruel espera que los primeros aviones que lleguen al aeropuerto para quedarse aterricen ya este mes de agosto, concretamente el martes y el jueves próximos, tras casi nueve años en los que las instituciones han invertido y discutido para convertir un antiguo polígono de tiro del Ejército en un proyecto estratégico.

El aeropuerto está abierto y operativo desde que el pasado mes de marzo recibiera el último visto bueno de un largo rosario de trámites, entre los que estaba la imprescindible y laboriosa autorización de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea.

Costó especialmente, destacan los responsables del aeropuerto, porque el de Teruel es el primer aeródromo de nueva apertura que quería abrir desde la entrada en vigor de un decreto en mayo de 2009 que endureció las normas, en la línea de la legislación internacional.

Ahora se cumplen cuatro meses desde su apertura, bautizada ya con operaciones de aviación general, como el aterrizaje de naves no tripuladas o pequeños aparatos de vuelos de formación.

Y Tarmac Aragón, filial de la empresa francesa Tarmac Aerosave (empresa destinada al estacionamiento, mantenimiento y reciclado de aviones) ha informado de que el próximo martes, a las 14.55 , aterrizará en las instalaciones un Boeing 747-400 procedente de Fráncfort, y que otro avión igual lo hará el jueves 8 a las 12.15 

Una vez allí, los técnicos de Tarmac preservarán los dos aparatos dentro de un programa de estacionamiento de larga estancia.

Pavimentación

Cuando terminen las obras de pavimentación de las 140 hectáreas de la campa. Ésta podrá albergar hasta 200 aeronaves, lo que generará hasta un centenar de empleos. Será entonces “casi el único con esta capacidad en toda Europa”, explica a Efe el director del Aeropuerto, Alejandro Ibrahim.

La actividad de mantenimiento y reciclaje de aviones es la que hace viable esta infraestructura, según su responsable, a diferencia de otras que se han hecho famosas más por sus esculturas que por sus aviones, “y que ni siquiera han llegado a abrir”.

Enfoque industrial

“¿Qué lo hace distinto? Que el enfoque desde el principio ha sido industrial, no de pasajeros ni de carga y por tanto no ha entrado en directa competencia con aeropuertos comerciales”, ha especificado el directo.

Es único por su capacidad y porque “otros grandes aeropuertos tienen áreas para estacionamiento, pero para ellos puede ser una molestia porque prefieren que entren y salgan aviones, y para nosotros que estén cinco meses es nuestro negocio“.

Desde aquí operará la compañía Tarmac, participada por Airbus, que en 2011 resultó adjudicataria de la explotación de este espacio durante 25 años y que ya gestiona un centro de estacionamiento y reciclaje de aviones en Tarbes (Francia), que está cerca de completar su capacidad, según el responsable del aeropuerto turolense.

Destaca que el negocio de la empresa está “en un 70 por ciento el estacionamiento”, y el resto mantenimiento y reciclado.

“No va a ser un cementerio de aviones“, recalca respondiendo a los vaticinios de algunos, ya que las compañías aéreas necesitan estacionar las aeronaves por muchos motivos, como “cambios de propietario, de actividad, por empezar una ruta en otro sitio o acondicionar la actividad de otra manera. Este negocio es más amplio que reciclar un avión”, ha dicho.

El director del aeropuerto insiste además en que siguen en contacto con otras empresas y además amplían su actividad como sede de bases helitransportadas de prevención de incendios y medicalizada, escenario de anuncios o con la organización de un congreso a finales del mes de octubre del sector de naves no tripuladas.

Incluso como base para viajes suborbitales, para los que el de Teruel ha sido seleccionado entre diez aeropuertos europeos.

Se trataría de una actividad a medio plazo pero Ibrahim apunta que hay seis grandes empresas que están desarrollando prototipos para viajes turísticos al espacio.

La infraestructura de Teruel ofrece, según su responsable, 270 días de sol al año, “frío, que es bueno para la aeronáutica”, además de escaso tráfico aéreo y sin grandes poblaciones cercanas.

Pero la puesta en marcha de este aeropuerto no ha estado exenta de polémica desde que en 2004 comenzó a formalizarse la idea de convertir el antiguo polígono de tiro del Ejército del Aire en un lugar donde pudieran despegar y aterrizar aviones, y ha sido motivo de enfrentamiento político por las grandes cifras de dinero público invertido y las dudas de su viabilidad.