Los ingenieros aeronáuticos demandan acabar con la dependencia del ensamblaje para seguir compitiendo. Los programas actuales prevén diez mil puestos en los próximos años
Duplicar el número de empleados, triplicar la facturación y tener asegurada la producción en un horizonte de cinco años. Sólo hay un sector en Andalucía que pueda presumir de esos números «de altura» en la última década, el aeronáutico. El eje Sevilla-Cádiz copa el 80% de la actividad, especialmente la capital, donde se ha establecido el centro de decisión del programa internacional A400M, ubicado anteriormente en Toulouse (Francia). Las empresas tractoras Airbus y Airbus D&S encabezan una estructura de 114 sociedades cuya actividad gira en torno al ensamblaje de las estructuras de las aeronaves. Ese área es el que ha lanzado a la región como el segundo polo español, por detrás de Madrid.
Con 2.244 millones facturados en 2014 (183 millones más que en el ejercicio anterior) y 12.688 puestos de trabajo (1.003 más en un año), todo invita a celebrar pero los expertos demandan cautela. «Andalucía está hoy pero no quiere decir que esté en el futuro. Podríamos seguir ‘planeando’ unos cinco años más, pero hay que prepararse», advierte Manuel Cruz, presidente de la delegación Sur de la Asociación de Ingenieros Aeronáuticos de España (AIAE). Jubilado con más de treinta años como ingeniero de EADS-CASA, considera que el momento dulce de la industria del aire puede volverse en contra. «Tenemos una gran experiencia, pero lo que hacemos lo pueden hacer otros más barato», asegura. Esa hiperespecialización que lanzó a la comunidad fue fruto, según Cruz, de un trabajo previo de formación, creando por ejemplo la Escuela de Ingenieros. «Destacamos en montaje de grandes estructuras pero para competir hay que invertir en mejoras de procesos de automatización o los simuladores, eso te abarata mucho los costes porque no tienes que hacer pruebas reales», aclara.
La AIAE sitúa en los aviones no tripulados y en el ámbito de los sistemas y equipos el foco de la diversificación que debe afrontar la industria andaluza. «El Catec (Centro Avanzado de Tecnologías Aeroespaciales) está trabajando en ello pero sería importante que las empresas se incorporaran también», según Cruz, que reconoce la dificultad de abrirse camino en estas nuevas vías.
Los cambios, sin embargo, no se han resistido en Andalucía. Con una tradición de construcción de aeronaves militar, actualmente la aviación civil supone el 45% de la producción. Este experto aporta otro dato positivo: «Pese a que en el capital fundacional de EADS-CASA tenemos el 4%, abarcamos el 13% del trabajo de los A380 y A350 por los avances de los que disponemos». De hecho, todas las colas de los aviones que fabrica el gigante Airbus se ensamblan en Sevilla y Cádiz.
El clúster Fundación Hélice es el ente que abarca ahora a todos los actores de la aeronáutica. De su análisis de los datos de 2014, se desprende que el A400M copa el 26% de la actividad, que no se ha visto resentida por el siniestro del pasado mayo, que costó la vida a cuatro personas. «Evidentemente no es una buena noticia, pero si tiene que ocurrir un accidente es mejor que se produzca en ensayos que no con pasajeros», señala la AIAE. Las aeronaves y aeroestructuras suponen un 36 y 38 por ciento, respectivamente, de las ventas totales. El negocio de mantenimiento y reparación y de servicios ha aumentado hasta un 22% gracias a Airbus D&S. Equipos y sistemas y motores apenas alcanzan un 4% entre ambos.
El año pasado, la comunidad creció en facturación un 8,95 frente al 2,7% nacional y sus números representan el 29,5% del sector en España.
Cruz manda un aviso sobre el papel que debe jugar la Junta en el nuevo planteamiento: «La Administración no se debe meter a empresaria ni competir con ellas», dice recordando la fallida experiencia de Andalucía Aeroespacial y su intervención en Alestis. En su opinión, debe centrarse en mejorar el proceso de ayudas. «En la Agencia Idea el control no funciona correctamente, ni antes ni a posteriori. El programa de incentivos no es a fondo perdido como las subvenciones, pero luego se pierde ese dinero porque las empresas quiebran». Sus críticas alcanzan también a los fondos europeos Jeremie, cuya concesión supuestamente irregular puso en entredicho la Cámara de Cuentas. «No se pueden dar ayudas a empresas que iban a desaparecer en poco tiempo –algo que achaca a ‘la falta de criterio y control’-, ni subvencionar lo que ya funciona, hay que innovar».
La AIAE está integrada en la Asociación de Ingenierías Superiores de Andalucía (AISA), organización de reciente creación que agrupa a las nueve ramas de la ingeniería y que ha elaborado un documento de «50 medidas para transformar Andalucía». En el sector aeronáutico, los cálculos vaticinan que «planeando» con los actuales programas en marcha se podrían crear unos diez mil puestos de trabajo más en los próximos años. Entrar en la carrera más allá del ensamblaje, multiplicaría esas opciones.