Airbus acelera su apuesta por una industria aeroespacial más respetuosa con el medio ambiente diseñando aviones y sistemas auxiliares que emiten menor cantidad de gases contaminantes.
Entre otras medidas, el fabricante europeo ensaya fórmulas para reducir la resistencia aerodinámica de las alas y conseguir motores más eficientes. El éxito combinado en estos dos elementos supone reducciones por vuelo de hasta 20% en emisiones de dióxido de carbono.
Las conocidas como puntas de aletas de tiburón (‘sharklets’), de 2,4 metros y fabricadas con materiales de última generación para los nuevos modelos de A320, han permitido reducir el consumo un 4%.
Otra de las soluciones ambientales en desarrollo tiene que ver con el uso de biocombustibles. De hecho, no solo Airbus, sino que todo el sector aeronáutico ha decidido apostar por la bioturbosina en los últimos tiempos.
Más allá de la evidente importancia que tiene para las compañías la capacidad de ahorro de combustible, el argumento ecológico es cada vez más importante en un mercado tan competitivo como el de la aeronáutica.
Además, las autoridades públicas y privadas llevan años desarrollando un nuevo marco de emisiones. La Unicón Europea es la que ha ido más lejos, obligando a las aerolíneas a reducir un 75% las emisiones de CO2, un 90% las de óxidos de nitrógeno y un 65% el nivel de ruido de aquí al año 2050.
También la patronal aérea (ATAG) pretende que las emisiones en 2050 se sitúen al nivel de 2005, objetivo ambicioso si se tiene en cuenta que cada 15 años el número de pasajeros aéreos se multiplica por dos. De hecho, se calcula que a mediados de siglo los aviones transportarán 16.000 millones de personas cada año.